Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1884-1885 (Cortes de 1884 a 1886)
Sesión: 27 de junio de 1885
Cámara: Congreso de los diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: 184, 5533-5535
Tema: Presupuestos generales de Cuba

Pues seré tan breve como quepa en lo posible, para que puedan reunirse las Secciones sin necesidad de prorrogar la sesión fuera de las horas de Reglamento. Pero necesito decir algunas palabras, no sólo por deferencia a mi amigo el Sr. Labra, sino también para desvanecer algunos de los que yo considero gravísimos errores, expuestos por su señoría.

El Sr. Labra ha sentado como un hecho que en España los partidos se han valido de las cuestiones de Ultramar como bandera para escalar el poder.

No parece sino que el Sr. Labra no está enterado de lo que aquí pasa; porque no conozco partido ninguno que jamás haya suscitado una cuestión ultramarina como programa de Gobierno para alcanzar el poder.

En esa parte tiene el Sr. Labra que hacer justicia a los partidos españoles; todos, absolutamente todos, han sentido el mismo interés natural por aquella hermosa región hija nuestra, parte de la Patria, sin que de sus problemas hayan hecho jamás cuestión de partido; antes al contrario, en más de una ocasión han estado conformes el partido conservador y el partido liberal; y no sólo estos partidos, sino los monárquicos y los demócratas y republicanos. Convenía desvanecer este error en que involuntariamente sin duda ha incurrido el Sr. Labra; porque no de otra manera se explica el pretender que aquí ha habido algún partido que haya tomado como pretexto para escalar el poder las soluciones de Ultramar.

También ha padecido otra equivocación el señor Labra en lo que tiene relación con la actitud de los representantes de Cuba.

Es verdad que estos Diputados están aquí afiliados a diversos partidos, y es verdad también que en Cuba los unos y los otros, prescindiendo de los partidos políticos, se encaran más en las ideas primordiales que dan vida y constituyen la manera de ser de aquella región.

Pero eso que pasa con los que están afiliados a nuestro partido y con los que están afiliados al partido conservador sucede también con S.S. y sus amigos. Su señoría es representante de las provincias españolas de Ultramar y es un solitario importante y valiosísimo en el mundo de la política; pero al fin un solitario. (El Sr. Labra: Luego estamos perfectamente S.S. y yo en este sitio). Perfectamente; pero es extraño el ataque que dirige S.S. a un partido porque es necesario para Cuba, y S.S. no está unido ni se une a partido alguno. Pues empiece S.S., para que el consejo sea eficaz, por unirse a un partido. (El Sr. Labra: Ya lo estoy). ¿A cuál? (El Sr. Labra: Al mío). Sí; al partido del Sr. Labra. (Risas). Señores, es natural esto que pasa en Cuba y no debe maravillar a mi distinguido amigo particular el Sr. Labra.

Los representantes de Cuba tienen naturalmente, como todos tenemos, sus ideas políticas, y unos profesan las ideas del partido liberal, y aquí se agrupan bajo esta bandera, y otros profesan las ideas del partido conservador y se van enfrente; pero llegan allí, y allí la lucha no es por obtener más o menos libertad; allí la lucha es otra, y como la lucha es otra y las circunstancias son otras, allí tienen que vivir de otra manera y tienen que tener otros propósitos. Y esto que pasa con nuestros amigos y con los conservadores, pasa con los amigos de S.S. Es verdad que en Cuba el partido conservador se compone de liberales nuestros y conservadores; pero también lo es que el partido autonomista se compone de reaccionarios y de intransigentes; y si formando parte del partido unión constitucional hay monárquicos, liberales y conservadores, al lado del otro partido hay, no sólo monárquicos, sino republicanos y hasta esclavistas. (Aprobación). Si esto es verdad no sé cómo le extraña a S.S. que ocurra lo que nos dice y por qué ataca su señoría a los representantes de aquel país que opinan como S.S.

Preciso es desvanecer ciertos errores, porque [5533] parece que los representantes de aquel país no cumplen con su deber, cuando en realidad lo que hay es, que por más que allí tienen que unirse para la defensa común de intereses, que ellos creen que son intereses de la Patria, y por consiguiente, allí forman un solo partido; y por esto a nadie sorprende que el otro partido se componga también de individuos de distintos matices políticos.

El Sr. Labra acusa a los Diputados de Cuba porque se callan, o porque no dicen lo bastante; y yo creo que en esto tampoco tiene razón el Sr. Labra. En mi opinión, los unos y los otros han cumplido con su deber; es decir, creo que lo cumplen mejor los que creen cumplir con su deber y han tomado una parte muy activa en la discusión del presupuesto y de todas las cuestiones de Cuba. Pero dice el Sr. Labra: es que sólo discuten los representantes de aquel país. No, Sr. Labra, lo hacen también Diputados de otras regiones; pero tratándose de cuestiones de Cuba y del presupuesto de Cuba, cuyos ingresos han de salir de Cuba y cuyos gastos allí se han de realizar, es natural que tomen mayor y más activa parte los representantes de aquel país, como ha sucedido con la cuestión del modus vivendi; todos la hemos discutido más o menos, pero los que más parte han tomado han sido los catalanes, porque a ellos les afectaba más inmediata y directamente.

Por lo demás, el Sr. Moret y el Sr. Azcárraga no son representantes de aquel país, y sin embargo han tomado parte en la discusión de este presupuesto, y yo mismo la hubiera reclamado si hubiese habido más tiempo del que tenemos ahora.

Han venido tarde los presupuestos; para el 1º de julio deben estar aprobados por ambas Cámaras y no lo están todavía por una de ellas; ¿íbamos nosotros a retardar más la aprobación de los presupuestos? De suerte que algunos Diputados más, y yo mismo, hubiéramos tomado parte, a ser posible, en la discusión de los presupuestos de Cuba, porque a todos nos interesa grandemente, lo mismo lo que a aquel país se refiere que lo que afecta a las demás provincias de España.

Y voy, para dar gusto al Sr. Presidente, y para concluir antes de que transcurran las horas de Reglamento; voy a una cuestión interesante.

Habló el Sr. Labra del deseo que tenía de que yo diera mi opinión respecto de la garantía que se puede dar, lo mismo para este empréstito que en el proyecto de presupuesto se indica, que para toda la deuda pública de la isla de Cuba. Señor Labra, ésta es una cuestión difícil que no se puede resolver en el momento.

Yo le puedo decir a S.S. que entiendo que si muchas Naciones de Europa hacen grandes sacrificios para adquirir colonias, la Nación que las tiene debe hacer grandes sacrificios para conservarlas, y en este sentido yo creo y yo digo que la Nación española debe hacer todos los sacrificios que pueda para mantener y conservar la isla de Cuba.

Y debe hacer todos los sacrificios que pueda, primero porque es su deber, y además porque está en su interés, porque está en interés de la Nación española el tener colonias, precisamente cuando otras Naciones que no las tienen desean adquirirlas; y siendo esto así, como nosotros ya las tenemos, es preciso que hagamos grandes sacrificios y esfuerzos también grandes para conservarlas, sobre todo siendo tan ricas y tan importantes. Es, pues, evidente en este concepto, y lo digo no sólo como opinión mía, sino como opinión del partido liberal y de todos los que se interesan por el engrandecimiento de la Patria, que todo cuanto pueda hacer España por Cuba debe hacerlo; que el día en que pueda por el estado de su Tesoro y de su Hacienda arreglar la deuda de Cuba, debe arreglarla, y que el día en que pueda dar su garantía para los empréstitos, debe darla. ¿Quiere más el Sr. Labra? Pues es lo único que puedo decirle; porque lo demás, anunciado desde la oposición, sería hacer concebir esperanzas, sería ofrecer una cosa que no habría seguridad de poder cumplir.

Si yo dijera al Sr. Labra: sí señor, vamos a dar la garantía para este empréstito y después para todos los empréstitos que vengan, vamos a arreglar inmediatamente la deuda, bien puede comprender S.S. que diría una cosa que no se podría cumplir si cuando el partido liberal suba al Poder no lo permitiera el estado de nuestra Hacienda.

Yo mantengo todo cuanto entonces dije y lo que entonces ofrecí; eso es lo que sostengo como solución de gobierno. Y diré más a S.S.; no solamente ofrecemos las reformas económicas, sino que queremos también las políticas. Nosotros no opinamos como su señoría, nosotros creemos que la autonomía es un peligro y aspiramos a la asimilación, yendo hacia ella con aquella prudencia con que es necesario marchar cuando se trata de cosas tan graves.

Pero, señores, ¿qué es la asimilación? Pues la asimilación es la aspiración constante a la igualdad de derechos; pero a la igualdad de derechos con la igualdad de deberes, y yo veo que muchos que tienen gran prisa por la igualdad de derechos no tienen tanta por la igualdad de deberes, y yo no comprendo que pueda exigirse una de estas cosas sin admitir también la otra.

Por lo demás, ¿qué culpa tenemos nosotros de las desgracias que afligen a Cuba? Otros hechos son la causa de esas desgracias más que el haber concedido o dejar de conceder esa igualdad de derechos y de deberes que tanto se desea. ¿Qué igualdad de derechos había entre Cuba y la Península cuando aquella Antilla era próspera, era feliz, era rica y podía dedicar una parte de su riqueza a remediar la pobreza de nuestro Erario? Próspera y rica y feliz era, pues, Cuba cuando no tenía esa igualdad de derechos y de deberes.

Las desgracias de Cuba, aparte de la responsabilidad de cada cual por no haberlas remediado, son debidas al cambio radicalísimo ocurrido en el estado social de aquella región española, a las circunstancias del mercado universal respecto a sus productos, a los progresos que ha hecho también en todas partes la agricultura y la industria, motivando la competencia que sufre Cuba en su producción. Éstas son las causas más importantes del estado lamentable en que Cuba se halla, aparte de la gran desgracia que sobre aquella región española [5534] ha traído una guerra larga, sangrienta y asoladora.

Por esto deber hacerse todo lo que aquel país necesita, todo aquello que es digno y que merece, pero sin la precipitación con que en este punto creo que procede el Sr. Labra; al contrario, debe hacerse con la moderación y con la templanza que corresponde y conviene a todos los gobiernos en las cuestiones de Cuba; que no quiero hacer separaciones ni diferencias entre los gobiernos liberales y los conservadores ni de ninguna otra clase que pueda haber en este país.

Yo me alegraría mucho que estas palabras satisficieran a mi distinguido amigo el Sr. Labra, porque es imposible dar soluciones más concretas que las que yo le he dado. Si así no fuese, dígame S.S. a qué cuestiones desea que me refiera y en cada una yo le daré mi solución, pero en términos generales, pues yo no puedo ni debo ser más concreto de lo que he sido, porque en la oposición y sin los datos necesarios de que un Gobierno dispone no puede tampoco un partido exponer de una manera concreta la solución que en cada caso dará a cuestiones tan importantes y tan graves como las que hay que resolver en estos momentos. Basta con determinar líneas generales para que el Sr. Labra se conforme, y si esto no sucede yo declaro que S.S. es muy difícil de satisfacer. [5535]



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